Es cierto. En el terreno de las opiniones todo es subjetivo; resulta casi imposible alcanzar un consenso general. Sin embargo, el hombre tiene muchas cosas comunes con el hombre: la libertad, la dignidad, los sentimientos, las alegrías. Algunos son capaces de desarrollarse más, otros menos. Depende de uno mismo y también de las circunstancias. Pocos son aquellos que aprovechan lo que la vida les presenta y no se achican ante los retos. La grandeza del ser humano y el valor individual no se mide por lo que posee, sino por lo que es.
¿Qué merece el saber un hombre? ¿La verdad o la verosimilitud? No hay que dejarse llevar por eufemismos, que muchas veces sólo esconden miedo a comprometerse. Es más fácil borrar términos filosóficos milenarios, que enfrentarlos.
Pobre del que no persigue la verdad y se conforma sólo con lo verosímil. Veraz: es el adjetivo que merece quien sólo habla con la verdad; es decir, quien realmente dice lo que piensa y aquello que piensa se apega a la realidad; y cabe decir apega, porque aunque sea real, siempre será visto por una persona con juicios subjetivos, pero ese matiz no le resta carácter de verdadero. En cambio la verosimilitud se reduce a aquello con apariencia de verdadero, aquello que es sólo creíble.
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En el arte los verosímil es muy útil, pero en el periodismo la veracidad lo es todo. Las buenas fantasías son verosímiles.
ResponderEliminarLo verosímil es el gran error de las letras de nuestros días, sobre todo de las periodísticas. Lo verosímil es el cáncer del periodismo impreso, y, hasta cierto punto, de la literatura en general: no es un requisito para nada, no es indispensable para la más mínima corriente literaria: en todo caso la postura sería, lo verdadero contra lo ficticio. Y ni uno ni otro tendría razón para ser de antemano verosímil.
ResponderEliminarComo lo dices tú arriba "Pobre del que no persigue la verdad..." La verosimilitud puede usarse, sin embargo, nunca será indispensable.
Con respecto al comentario de Carlos, no sé hasta qué punto esté de acuerdo con la aseveración tan tajante. No pienso que los cuentos de El Aleph de Borges sean completamente verosímiles, ni los viajes de Orlando de Virginia Woolf. O las crónicas marcianas de Ray Bradbury. Todas ellas me parecen maravillosas fantasías, pero dudo de su grado de verosimilitud.
Tristemente creo que en México nos tienen sofocados con "verosimilitudes" periodísticas, y, al mismo tiempo, mal informados.
Gran reflexión la de tu post.
Gracias
Concepciones y conceptos complicados los que planteas... confusiones generadas por la ignorancia, por el encandilamiento de una imagen, por el culto a la personalidad.
ResponderEliminarNo estamos acostumbrados a profundizar, simplemente nos quedamos con lo primero que vemos, confiamos en una fuente y se convierte en "palabra divina", pero este mundo no está hecho de dogmas (el creer) sino de dialéctica, de semántica, de epistemología.
En la actualidad el periodismo busca velocidad, "tener la nota primero", lo que definitivamente disminuye la veracidad. Por eso el valor de las columnas, de las cartas editoriales.
@Luis Eduardo: efectivamente hemos desviado la atención de creencias a retórica. Eso puede hablar del vacío, del hedonismo y, por supuesto, de la falta de virtud de muchos periodistas.
ResponderEliminar@J.COHEN: creo que también es falta de voz de los lectores. Deberían exigir la veracidad, pero es más cómodo no hacerlo, porque perseguir la verdad exige y mucha gente tiene miedo a las responsabilidades que implica ir tras ella.
ResponderEliminar@Carlos H. Mendoza: el arte de lo verosímil tiene su lugar, sin duda. Las figuras literarias son ejemplo de ello... Pero en el periodismo, para mi gusto, no cabe.
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