jueves, 13 de agosto de 2009

Un extraño juego de póquer

- ¡Mi General! La tregua con los constitucionalistas acaba mañana a las siete de la mañana. También le llegó esta carta del general Obregón.

José Refugio Velasco tomó el sobre de las manos del teniente y lo abrió. Esbozó una sonrisa. De inmediato pidió su caballo, montó y cabalgó en medio de la noche. Ya en líneas enemigas, los soldados -algunos medio heridos y otros cansados- lo miraron con recelo. Con el orgullo en los ojos, hizo caso omiso de la actitud de odio y resentimiento.

La determinación lo llevó a la tienda de campaña de Obregón: enemigo acérrimo en el campo de batalla. Bajó del caballo y un oficial entró de inmediato para avisar que el mismísimo general en jefe del Ejército Federal estaba afuera. Se oyó un grito:

- Mi general Velasco, ¡pásele!, qué gusto hombre...

Entró José Refugio y saludó con un abrazo fuerte y efusivo a Obregón:

- Nos quedan siete horas para darnos otra vez en la madre... pero ahorita mejor saque la baraja, que nos hace falta un buen póquer.

- ¿Un güisquito? ¿Un purito?

Con un ademán, Velasco rechazó la oferta del puro, pero acercó un vaso a la botella que ya había levantado Obregón. Ambos oficiales se sentaron en la mesa de madera improvisada, alcohol en mano. José Refugio sacó de la bolsa del pantalón un paquete de cigarros, Delicados, los que siempre fumó. Después de encender uno, lo retiró de la boca sosteniéndolo con el pulgar y el índice y se quedó mirando el humo que expedía.

Sobre la mesa, la estrategia era diferente: dinero, tabaco, licor, una buena partida, amistad y dejar de lado la matanza. Comenzó el juego: doce de la noche, una, dos, tres, cuatro y cinco de la mañana. La botella de güisqui sobre la mesa, ya vacía, junto con dos ceniceros de barro rebosados de colillas de cigarro y de cenizas de puro.

El general Velasco se paró de la mesa, recogió el dinero ganado y se lo metió en los bolsillos.

-Bueno mi General, ya me voy. Sus muchachos siguen dormidos y si me quedo aquí un rato más me convierto en un buen botín de guerra...

-Gracias por venir Velasco, ya sabe, si las circunstancias fueran otras... pero estuvo buena la partida. Nos vemos al rato en el campo, que gane el mejor.

Se despidieron con un efusivo abrazo. Velasco salió de la tienda de campaña, montó el caballo y se regresó a todo galope a su campamento. Había que dormir aunque sea una hora antes de volver a las armas.

2 comentarios:

  1. En momentos en que la atmósfera se encuentra enrarecida por muchos factores (o por pocos, da igual) es cuando realmente sale a flote ese personaje que nos ha acompañado en todo momento y que unas veces dormido, otras distraido, creíamos perdido.

    Fascinante, de lectura sencilla y fluida.

    ¡Gracias!

    BTW. ... y sigues con tus palabritas! jaja

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  2. Es bien difícil escribir hechos históricos.
    Cada personaje y sus características, su personalidad, su lenguaje.
    Muchas felicidades por este ejercicio. Ojalá que lo pudieras hacer más seguido.

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